JOSÉ ALFONSO LÓPEZ
Mi historia empieza cuando desde muy pequeñito, con tan solo 9 años, quería ser empresario como mi padre. A partir de ahí, mi vida fue un reto constante. En el colegio trabajaba no solo pretendiendo ser un alumno como los demás, sino intentando ser un ejemplo para mis compañeros. Cualquier otro niño hubiese estado deseando no ir al colegio, sin embargo, para mi fue como mi segundo hogar, porque día a día avanzaba firme y decidido hacia mi objetivo.
Ahí fue cuando me di cuenta de que aquella frase que me repetía mi padre, siempre de broma y desde el cariño, de “Nene, me cuestas más que un hijo tonto”, sería lo que marcaría un antes y un después en mi vida. Cuando llegué al instituto haciendo muestra de mi carácter extrovertido y, ¿por qué no decirlo?, un tanto arriesgado, porque siempre he pensado que quien no arriesga no gana, pronto me convertiría en alguien conocido no solo por mi silla de ruedas, que también, si no por mi capacidad para hacer de la misma mi mejor aliada. Mi silla y yo tenemos una sólida alianza estratégica. Nunca la he vivido como una barrera si no bien al contrario, como una más de mis fortalezas.
Para poder seguir con mi formación y acudir a la universidad tuve que tomar una decisión que supondría un giro en mi vida, irme a vivir a una residencia de Castellón, un lugar donde viví muchas cosas pero sobre todo gracias al cual me di cuenta de como no quería vivir así. Tras presentarme y ganar un concurso de emprendimiento, monté una agencia de viajes que me duraría menos que un pastel en la puerta de un colegio, sin embargo lejos de desanimarme aprendí que aquella experiencia no sería el final de mi historia sino todo lo contrario, me sirvió para fortalecer aún más si cabe mi empeño. Tenía que cumplir dos sueños para alcanzar un claro objetivo, primero tenía que lograr vivir de forma independiente, cosa que conseguí con mi esfuerzo pero también con un gran apoyo sin el cual hoy probablemente no estaría aquí. Conocí a Juan, nos hicimos amigos y en ese momento pensé si él puede yo también puedo. Tras algún tiempo con dudas y miedos me dije a mí mismo “Chaval, quien algo quiere algo le cuesta” así que acepté irme a compartir piso con él. Después de un año viviendo juntos supe que había llegado el momento de cumplir mi segundo gran sueño, ser empresario. Si Juan y yo lo habíamos conseguido, había llegado el momento de replicar nuestra apasionante experiencia, la cual nos ha llevado a ser “¿Cómo quieres vivir?”